Volver a escribir fue reencontrarme con una parte de mi. El taller me ayudó a reconectar con la lectura y con la escritura, además de darme muchos recursos para ambas. El poder disfrutar de ambas cosas pero saber que en el medio estás aprendiendo sobre eso está muy bueno, ya que con las lecturas descubrí varias formas de escribir y me incentivó a no quedarme en el molde. Por ejemplo con los cuentos de Mariana Enríquez, que tienen un sentido de realismo que antes no había considerado darle a mis historias pero que, sin embargo, me encanta como queda. Además, lo que aprendí sobre la construcción de la narración me hizo pensar todo más claramente, no tanto en abstracto como una historia que esté buena sino que con la escritura misma hacer que se vuelva interesante.
Me encanta la consigna de las cartas ya que considero que es un buen instrumento para escribir cosas que no hubiésemos imaginado, aprender a trabajar con lo que nos toca y hacerlo lo mejor posible. También la escritura en el diario me ayuda a ver más atentamente a mi alrededor y a veces cuando veo algo que me llama la atención pienso en qué historia podría construir en base a eso, me ayudó mucho a pensar que la imaginación no nace de la nada como yo antes creía, sino en una conexión profunda con la realidad y lo que nos rodea.
Algo que me cuesta a veces es plasmar esas historias que se me ocurren al cuento, a la escritura, tratar de que no sea denso ni que le falten cosas. A veces tengo una idea de entrada pero después no sé cómo cerrarlas. El pensar en un total es algo que me haría falta para la construcción de los cuentos.
Me di cuenta que el género que más me gusta escribir hasta el momento es el suspenso, con un toque de fantasía. Y algo que destaco de mi es que soy muy detallada, y eso se ve reflejado en lo que escribo.
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